ESTE MATERIAL PUEDE LLEVAR MAS DE UNA SEMANA. Se plantea en clave del seguimiento de Jesús. Sería apropiado leerlo con calma e ir contestanto las preguntas que aparecen más abajo.
Al terminar la actividad el alumnado deberá entregar en el aula virtual su trabajo personal al respecto.
Elegir bien no es fácil, hay que aprenderlo y qué mejor que
los padres para enseñarlo. Elegir bien es preferir algo o alguien para
un fin y es una capacidad de los humanos, que deben desarrollarla para
evitar en lo posible los errores. Para elegir bien, hay que estar muy
bien preparado. No todos y siempre, podemos elegir, pues hay muchas
ocasiones, en que otros eligen por nosotros. Entonces suele ser cuando
llegan los problemas, graves o pequeños, si es que, lo que otros han
elegido, no coincide con nuestra elección o necesidad.
Los políticos, las empresas, el mercado en general, elige a cada persona
por distintos conceptos, para ofrecerle sus productos, servicios o
ideas. Para eso se hacen los análisis demográficos, para tener muy
centrados los objetivos, a los que se quiere comunicar algo.
Continuamente somos elegidos para algo, aunque no nos demos cuenta. Por
eso los padres, tienen que educar a los hijos en el arte de elegir bien,
con buena información, con serenidad, sin prisas, pero sin pausas.
El derecho a la libre elección, tan deseada por todos,
conlleva la responsabilidad de aceptar los hechos y consecuencias de lo
elegido. Cuando uno elige, sin estar bien preparado para saber elegir,
tiene muchas probabilidades de equivocarse y después, no suelen valer
los lamentos, hay que apechugar con las consecuencias.
Escuchar a los padres los pros y los contras, previos a cualquier decisión,
es una ventaja muy grande, que servirá para acercarse más al éxito. Las
mejores elecciones suelen realizarse, cuando se tiene buena información
y se tiene la cabeza lo suficientemente fría, para no dejarse
influenciar desde el exterior y evitando los prejuicios almacenados. Es
cierto que debemos escuchar y sopesar todas las opiniones razonables,
que nos ayuden a ejercitar la capacidad de elección, principalmente, las
de personas bien formadas.
Vivimos en la era del conocimiento y de la información.
Quienes tengan más desarrolladas estas capacidades, podrán elegir mejor
al tomar sus decisiones. Para elegir bien es imprescindible o muy
conveniente, ser enormemente analítico e intentar ver la elección y sus
consecuencias, bajo todos los ángulos posibles. Las precipitaciones
pueden y suelen llevar a errores irreparables. Aunque siempre no se
tenga el tiempo, ni los elementos para profundizar en el tema de la
elección, antes de dar el veredicto. Por eso las personas que están
entrenadas a ser ágiles de mente y a estudiar, lo más rápidamente
posibles, una síntesis de todas las posibles alternativas, tienen muchas
más posibilidades de acertar, que los que precipitadamente eligen,
aunque algunos lo hagan para no cansarse, con el problema que les
plantean o por desprecio al mismo.
Desde la cuna los niños saben elegir,
entre otras cosas, comer o no comer. Su primer no a la comida, es fruto
de una elección, seguramente inconsciente, pero real. Las madres
enseguida saben lo que sus hijos eligen y cuándo lo eligen. En cada
edad, las elecciones tienen diferentes pesos en su vida. No siempre, ni
todos tenemos la oportunidad de poder elegir. De pequeños, la mayoría de
las veces los padres, para su mejor beneficio, eligen por los hijos. A
medida que van siendo mayores, la elección les va tocando a los hijos y
por lo tanto, también el asumir los errores y aciertos. De ahí la
necesidad imperiosa de estar bien educados, en las técnicas para elegir
bien. Esas técnicas enseñadas por los padres, pasan de ser costumbres a
ser hábitos y después a ser virtudes. Es una buena costumbre enseñar a
los hijos a que, el que parte algo, para compartir, debe ser el último
en elegir.
Los padres tienen que enseñar a elegir a los hijos,
dándoles desde pequeños dos o tres opciones similares para que elijan
entre ellas, bajo el supuesto, que cualquiera de ellas será buena para
ellos. Sin olvidar que en cada ocasión, los hijos deben ejercitar la
costumbre, de explicar los motivos y fines por los cuales, han elegido
determinada solución. Para ello deben tener una edad con cierta madurez,
en que sean ya capaces de argumentar su elección.
40 Virtudes y valores humanos que hay que tener en cuenta, para elegir bien:
Es perfecto tener la oportunidad de poder elegir libremente, lo que se
quiere hacer en el presente y en el futuro, pero no se debe olvidar, que
esa circunstancia, conlleva una serie de responsabilidades, que están
reflejadas y soportadas por el conocimiento y la práctica, de las
virtudes y valores humanos, indicados a continuación, que si no se
tienen bien asentadas, será muy difícil que puedan aprender a elegir
bien:
Aceptación. Adaptabilidad. Amabilidad. Aprender. Austeridad. Autodisciplina. Bien común. Disciplina. Civismo. Conciencia. Conocimiento. Cortesía. Criterio. Desprendimiento. Dignidad. Disposición. Ecuanimidad. Educación. Ejemplo. Ética. Generosidad. Honradez. Igualdad. Integridad. Justicia. Lealtad. Magnanimidad. Moderación. Moral. Objetividad. Orden. Paciencia. Puntualidad. Rectitud. Responsabilidad. Respeto. Sabiduría. Sinceridad. Solidaridad. Templanza. Tolerancia. Verdad.
Es muy difícil elegir, sin dejarse llevar por las presiones externas,
que continuamente nos bombardean. Esas presiones no siempre son de
información, para que podamos elegir libremente, pues apelan a nuestros
instintos, para conducirnos conscientes o inconscientemente, a los
objetivos que ponen los que nos presionan.
18 Situaciones especiales, donde el ejercicio de la elección tiene que estar muy bien preparado. Cada una de estas situaciones, requiere un artículo aparte, en función de las características de cada persona y familia.
1. Elegir a los amigos.
2. Elegir a los socios para los negocios.
3. Elegir el lugar y la calidad de la casa, donde se pretende vivir.
4. Elegir la dependencia o no, de las adicciones al tabaco, alcohol y drogas.
5. Elegir la escuela o colegio para los hijos.
6. Elegir la forma de alimentarse y los productos.
7. Elegir la forma de comportarse con educación y buenos modales.
8. Elegir la forma y fondo del noviazgo, matrimonio o soltería.
9. Elegir la profesión para el futuro.
10. Elegir la universidad donde estudiar.
11. Elegir las inversiones financieras.
12. Elegir las opciones políticas y a sus candidatos.
13. Elegir llevar las cosas en orden, desorden o como se vayan produciendo.
14. Elegir los empleos que se ofrecen o la forma de buscarlos.
15. Elegir los productos o servicios ofrecidos que se quieren comprar.
16. Elegir si hacer, no hacer o cómo hacer y cumplir, un presupuesto de gastos e ingresos familiares.
17. Elegir si quiere hacer, cuándo y cómo realizar, el papel de víctima o de victimario.
18. Elegir una religión para practicarla.
Previo a la decisión de elegir, hay que tener las herramientas intelectuales, muy bien preparadas
y la serenidad necesaria, para hacer una buena síntesis y análisis de
todas y cada una de las partes que componen la decisión a tomar, así
como de sus posibles consecuencias. Distinguiendo lo que beneficia y lo
que perjudica, a la persona, a la familia o a la sociedad. Hay que
elegir entre ser oveja o ser pastor. En la sociedad hay muchos
listillos, que quieren ser pastores y que les sigan las ovejas, para así
poderlas llevar al matadero. Para conseguirlo, intentan darles todo
hecho, anulándoles la personalidad y no enseñándoles, que si se educan,
todos tenemos la capacidad de elegir y en muchas ocasiones, incluso la
posibilidad de hacerlo, aunque algunos ni lo intenten. El saber elegir
es complementario, del poder elegir. Si no se tiene buena información,
se puede encontrar con la desagradable situación, de que otros si la
tienen y entonces, estar en franca inferioridad, a la hora de poder
decidir.
Los padres tienen que tener criterio para saber elegir, para después poder enseñar a practicarlo.
Pues hay consumidores tan habidos de comprar, todo lo que les ofrecen
por Internet o televisión, que les han disminuidos la capacidad de saber
elegir, lo que les convienen, lo que necesitan y lo superfluo. Incluso
compran productos o siguen recetas, que les garantizan la inmortalidad.
Las eligen, las compran y las consumen.
10 Preguntas indispensables para elegir bien.
1. ¿Por qué debo hacerlo?
2. ¿Para qué debo hacerlo?
3. ¿Cuándo debo hacerlo o no hacerlo?
4. ¿Dónde debo hacerlo o no hacerlo?
5. ¿Qué gano y que pierdo, si lo hago o no lo hago?
6. ¿A quién puede beneficiar o perjudicar, la decisión de mi elección?
7. ¿Es lícito o moral inhibirme de elegir y dejar que las cosas pasen?
8. ¿Tengo suficiente información y serenidad para elegir bien?
9. ¿Me enfadaré o aprenderé si me doy cuenta que he elegido mal?
10. ¿Debo permitir que otros elijan por mí?
Los hijos desde muy pequeños, es necesario que se acostumbren con entrenamientos de los mecanismos de la elección,
para que cuando tengan que elegir algo, sepan porqué lo hacen y las
razones por las que lo han hecho o lo van a hacer. Las preguntas
anterior se pueden hacer varias veces, seguidas y en cascada, para cada
ocasión. Así se acostumbrarán a pensar, antes de hacer o no hacer las
cosas y a no dejarse llevar, por el primer impulso, es decir, que sepan
que van a tener que contestarse a ellos mismos o a sus padres, los
motivos por los que han elegido algo. Educarles en que deben buscar
todas las alternativas posibles, para poder empezar el ejercicio
personal de la elección. A mayor número de alternativas localizadas,
muchas más posibilidades de elegir mejor. Después tendrán que
ejercitarse en el método, para sopesar las ventajas e inconvenientes, de
cada una de las alternativas localizadas.
Los padres deben
ensañar a sus hijos que el cansancio, la falta de tiempo, el pesimismo y
el desaliento, no deben ser obstáculos para que cuando tengan que
elegir, se abandonen, y no hagan el esfuerzo de poner todas sus
energías, en hacer y pensar lo que tienen que hacer. Hay demasiados
intereses en distraer y cansar a las personas, para que no tengan
fuerzas, cuando tienen que tomar decisiones importantes, para de esta
manera, quitarles sus derechos, conveniencia y placer de informarse,
analizar y elegir.
Desde muy pequeños, algunas veces los padres tienen que elegir por los hijos,
siempre en beneficio de ellos, y también enseñarles a elegir, para que
cuando sean mayores puedan hacerlo con plena libertad y conocimiento.
Los padres no deben permitir que los hijos hagan las cosas que no les
corresponden porque todavía no saben elegir. Los padres tienen la
obligación de tomar las decisiones más convenientes y decidir por ellos,
sin esperar a que sean mayores, para que puedan decidir, porque a lo
peor, cuando son mayores y no se han entrenado a elegir y a elegir bien,
asumiendo las responsabilidades correspondientes en función de su edad
física y mental, eligen mal. Los hijos tienen que estar educados, en la
virtud de saber elegir.
Los padres practicando con el ejemplo,
influyen enormemente en el proceso de aprendizaje, para formar la
capacidad de elegir de los hijos, la cual es una fase muy importante en
la educación de ellos. Tienen que hacer el esfuerzo necesario, para
dedicarles el tiempo ineludible para enseñarles y para que aprendan, sin
prisas, pero sin pausas. Explicando a los hijos el porqué de ciertas
elecciones, con el lenguaje correspondiente a cada edad.
Elegir bien es un derecho, que implica responsabilidad, confianza,
madurez y saber asumir y llevar bien los errores cometidos, en las
elecciones realizadas. No siempre los padres toman mejores
decisiones que los hijos, pues a medida que estos crecen en edad,
formación y conocimientos, tienen que darse cuenta que si los hijos han
sido bien educados, las decisiones tomadas por ellos, pueden ser tan
acertadas o más, que las que hubieran podido tomar los padres, con su
mejor buena voluntad. Cuando los padres enseñan a elegir bien a los
hijos, también deben enseñarles a asumir las responsabilidades que
conlleva lo elegido, les hayan gustado o no los resultados.
Los padres comprometidos con la educación, formación y práctica de las virtudes y valores humanos
de los hijos, deben en conciencia, enseñarles a elegir bien, buscando
su perfeccionamiento y desarrollo moral, intelectual, físico y psíquico.
Teniendo en cuenta que su ejemplo, es la llave para demostrar que lo
que enseñan, previamente, lo han realizado personalmente. Es muy difícil
enseñar a elegir, si previamente no se han entrenado a hacerlo. Educar
es enseñar a responder adecuadamente, y al final, siempre se responde
ante alguien.
Los padres deben enseñar a sus hijos algunas de estas opciones, que diariamente tienen que elegir:
Al levantarse elegir si van a estar de buen humor todo el día, o si van
a estar de mal humor. Cuando les ocurre algo malo, elegir si van a ir
de victimas para siempre, o si van a aprender algo de esa situación,
para que no les vuelva a ocurrir. Si oyen a alguien quejarse, si van a
elegir sumarse a sus lamentos o intentar ver su lado positivo.
Enseñarles que la vida es una elección constante, y que tienen que
elegir cómo reaccionar, ante las diversas situaciones y cómo esa
elección, va a afectar a otras personas positiva o negativamente.
Cualquier sacrificio que cueste elegir, es el costo de oportunidad de
hacerlo o que se lo den hecho.
Los hijos cuando tienen bien formado el criterio,
tienen la oportunidad de elegir el hacer o no hacer, incluso la de
poderse equivocar. Tienen que aprender a desarrollar su crecimiento
personal, intelectual y moral y a hacerse responsables, de sus propias
decisiones, equivocadas o acertada, pues tarde o temprano, no tendrán
quien pueda decidir por ellos. Entonces sabrán cuál es el inventario de
las capacidades que han desarrollado.